Frío glacial by Tess Gerritsen

Frío glacial by Tess Gerritsen

autor:Tess Gerritsen [Gerritsen, Tess]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2010-01-01T00:00:00+00:00


VEINTIUNO

Caía una nevisca a la mañana siguiente cuando Gabriel y Jane descendieron del coche y caminaron hasta el borde del camino. Allí se quedaron en silencio, contemplando el barranco donde todavía estaban encajados los restos quemados de la camioneta Suburban. Una huella de nieve pisoteada marcaba el camino que había hecho el equipo de rescatistas el día anterior para recuperar los cadáveres. La subida hasta el camino, con las camillas por el terreno escarpado y las rocas resbaladizas debió de ser agotadora.

—Quiero acercarme más —dijo Jane, mirando la huella.

—No hay nada para ver allí.

—Se lo debo a Maura. Necesito ver dónde murió. Jane siguió caminando con la vista fija en el sendero resbaladizo. Bajo la capa fresca de polvo, la nieve estaba congelada y se tornaba traicionera, por lo que era necesario moverse con cuidado. Pronto comenzaron a dolerle los muslos por el descenso empinado; por las mejillas le caía agua de copos derretidos mezclados con sudor. Comenzó a vislumbrar restos del accidente desparramados por la ladera: un fragmento de metal retorcido, una zapatilla de tenis, un trozo de tela azul; todo comenzaba a desaparecer debajo de la nieve fresca. Para cuando por fin llegó al vehículo ennegrecido, estaba cubierto por una capa ligera de nieve. El olor a fuego seguía impregnando el aire gélido, prístino y Jane podía ver las cicatrices que había dejado el fuego: arbustos carbonizados y ramas chamuscadas. Pensó en la aterradora trayectoria de la Suburban cuando cayó por el acantilado. Imaginó los gritos cuando los últimos segundos de vida pasaron delante de los ojos de Maura.

Se detuvo y soltó una exhalación trémula mientras contemplaba cómo la nieve que caía borraba lentamente las huellas horribles de la muerte. Oyó pasos tras ella y Gabriel se detuvo a su lado.

—Es tan difícil de creer —dijo Jane—. Te despiertas por la mañana pensando que será un día como cualquiera. Te subes a un coche con amigos. Y de pronto, todo termina. Todo lo que conociste, pensaste y sentiste, en un segundo, ya no está.

Gabriel la abrazó.

—Por eso tenemos que disfrutar de cada minuto.

Jane limpió la nieve del vehículo, revelando una franja de metal ennegrecido.

—Nunca se sabe ¿verdad? Que pequeña decisión terminará cambiándote la vida. Si ella no hubiera venido a esta conferencia, no se habría encontrado con Doug Comley. No se habría subido a su camioneta. —Súbitamente, retiró la mano de la Suburban, como si el contacto le quemara. Contempló la camioneta en ruinas e imaginó los últimos días de la vida de Maura. Ahora sabían que el hombre que habían visto con Maura en los videos era Comley. Habían visto su fotografía en el sitio web de médicos del hospital de San Diego donde había trabajado como patólogo. Un padre divorciado de cuarenta y dos años; había estado en la misma conferencia médica. Hombre guapo ve a una mujer igual mente atractiva y la naturaleza sigue su curso. Cenan, conversan, por sus cabezas pasan todo tipo de posibilidades. Cualquier mujer se dejaría tentar, aun una mujer tan sensata como Maura.



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